lunes, 3 de enero de 2011

El mito de Egipto en la antiguedad


Los griegos fueron quienes iniciaron el proceso de mitificación de Egipto que dura hasta nuestros días. Esta imagen idealizada de las tierras egipcias se sustenta en varios ejes, basados en caracteres excepcionales presentes en Egipto. El principal de ellos es el Nilo, un enorme y vivo curso de agua que daba a Egipto la prosperidad agrícola y era para los griegos, que no conocían de cerca grandes ríos, toda una fuente de mitos. La atracción que suscitaban los ríos en la mitología griega es conocida, formando parte de las genealogías míticas de héroes y ciudades, convirtiéndose los ríos otras veces en auténticas divinidades.




En los poemas homéricos, se produce ya una identificación entre el río Nilo y el país, Egipto. Su régimen extraordinariamente fértil convirtió a Egipto en un país poblado de maravillas y riquezas, “donde las casas guardan muchos tesoros” (Odisea, 128; misma referencia en Iliada). Egipto se convirtió en muchas narraciones en una tierra utópica donde reinaba la abundancia. A su excepcionalidad se unía la presencia de espectaculares monumentos antiquísimos, animales exóticos  y fantásticos y una geografía desconocida e imaginaria[1].

Además, era presentada por autores griegos como Herodoto como la  cuna de los saberes eternos, que contaba con una inigualable farmacopea: “cuya fértil tierra produce muchísimas drogas, y allí cada hombre es médico” (Odisea, 227). El mito griego de Egipto se basaba también en una idealización de su religión y castas sacerdotales  y de la estabilidad de sus estructuras sociales y de gobierno. 






En época romana, sin embargo, la imagen de Egipto sufrió un cambio, convirtiéndose ahora en el prototipo de lujo, exceso y decadencia oriental, imagen negativa construida a finales de la República. Ello no impidió que Egipto siguiera manteniendo su misterio y atracción, fundamentado aún en lo oculto de su religión milenaria y también en lo inextricable de su escritura jeroglífica, que parecía esconder los saberes más profundos. De esta capa de misteriosa y sobrenatural diferencia, nacida en la Antigüedad, no ha podido aún desprenderse.   






[1] GÓMEZ ESPELOSÍN, F; PÉREZ LARGACHA, A: Egiptomanía. El mito de Egipto de los griegos a nosotros. Alianza, Madrid, 1997.

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