domingo, 6 de febrero de 2011

Conceptos (que discutir)

Aedes: lugar donde habita la divinidad, construcción que se erige sobre un templum o terreno consagrado. Una vez levantado el edificio, debe realizarse la consagración a los dioses –consecratio- y su dedicación oficial a la divinidad -dedicatio-.

Aedicula: los edículos son estructuras arquitectónicas de pequeño tamaño que reproducen la fachada de un templo, albergando imágenes de dioses o héroes. Pueden insertarse en los muros de los templos o ubicarse en ambientes de culto privado, como los lararia.

Ara: el más elemental y antiguo elemento de culto empleado, su función es recibir las ofrendas realizadas a la divinidad, sean libaciones o sacrificios. Podían erigirse al aire libre, en edificaciones públicas o privadas o asociados a templos. 

Asimilación: proceso a partir del cual algunas características de divinidades foráneas o externas se atribuyen a otras ya existentes en el propio sustrato, en nuestro caso en la religión romana, ampliando su esfera de competencias.

Culto: a priori, es el conjunto de actos y ceremonias con que se rinde honor a una divinidad o a aquello que se considera sagrado o se quiere perpetuar, como un personaje divinizado tras su muerte o la asimilación postmortem a una divinidad. Se halla inmerso en un sistema de creencias o en una religión.

Henoteísmo: es la valoración o estima de una divinidad por encima de las demás en una religión politeísta. No debe confundirse con una aproximación al monoteísmo.






Interpretatio: proceso mediante el que se aplica a una determinada deidad foránea el nombre de una autóctona con la que comparte atribuciones, ámbitos de actuación, etc.

Mito: relato que busca explicar el origen o causa del mundo, la humanidad, los dioses, los fenómenos naturales, etc. Es el vehículo de transmisión de una explicación colectiva que proporciona orden y seguridad ante lo que se presenta como inexplicable.

Religiosidad: expresión de la percepción de la presencia divina no institucionalizada, que puede materializarse en la naturaleza, en lugares donde se hace manifiesta la presencia de lo sobrenatural, como bosques, ríos, cuevas, montañas o incluso determinadas rocas.

Religión: es la institucionalización de la religiosidad. Con la configuración del Estado, se construye un universo religioso reglado con una serie de cultos que se relacionarán con el ámbito político y darán legitimidad de origen divino a las estructuras sociopolíticas existentes. Es todo un sistema cultural variable que responde en lo imaginario a las condiciones reales de una sociedad.

Rito: conjunto de representaciones reiteradas de las acciones cultuales.  

Sincretismo: proceso de profundización de la asimilación que lleva a la unión de dos divinidades, dando como resultado una nueva entidad religiosa.

Templum: espacio sagrado definido por un ritual llevado a cabo por los augures y tras la toma de auspicios.

Fuentes, agua y mito































Reflexión final


El recorrido que hemos hecho por todos estos distintos ejemplos de culto ha pretendido transmitir una breve visión global de la religiosidad y la religión del mundo romano, tratando algunos elementos preexistentes que son la base sobre la que se construirá el sistema religioso romano, junto a este mismo sistema y su evolución, incluyendo el culto imperial como religión política y por último los tipos de culto que se incorporan a él con la expansión territorial imperialista. La lectura de fondo acaba apuntando hacia un mismo universo común mediterráneo formado por elementos que quieren dar respuesta y aval a las necesidades básicas y existenciales de los distintos grupos humanos. Estas construcciones religiosas se configuran con mayor o menor nivel de complejidad y se transforman a la par que lo hacen las características de la sociedad que las precisa. Así, encontramos dioses y diosas con diferentes nombres y en distintos lugares y momentos que esconden unas mismas significaciones y atribuciones, relacionadas bien con la agricultura y la prosperidad agrícola, con la naturaleza salvaje y no dominada, con la ciudad y la civilización, con el poder político masculino y la fuerza. Todas estas creaciones simbólicas responden a los parámetros sociales que las requieren y se desarrollan en ese mismo contexto. Cuando las relaciones sociales cambian, lo hacen las condiciones culturales y las necesidades humanas ante lo desconocido. Este proceso de cambio social y religioso puede ser iluminado y rastreado con el inicio de la penetración de las religiones de “misterio” en el Imperio Romano, que propugnan nuevas relaciones entre los humanos y la divinidad. Se introducen con ellas nuevos conceptos religiosos en la sociedad romana que ya podían encontrar su antecedente en los misterios eleusinos, por ejemplo. El individualismo nacido con la cultura helenística se reafirma y cobra fuerza la idea de la salvación post-mortem. Las nuevas religiones individuales de salvación se caracterizan por la introducción de la iniciación y de las exigencias a los fieles desde el campo ético y moral. De este amplio grupo de nuevas formas religiosas forma parte el cristianismo primitivo en su origen, y con su progresiva modelación incorporará muchos de los elementos de corrientes religiosas mediterráneas de origen oriental, que pasarán a formar parte de su “historia sagrada”. Entre éstos destacan la figura jerarquizada de la divinidad (como espejo del poder único, del jefe político, ya presente en las monarquías helenísticas), la idea de la muerte y la resurrección (que hemos visto para el extraordinario caso de Osiris e Isis), la purificación e iniciación (bautismo, sacramentos) o el banquete ritual mediterráneo (la comunión). Todo esto se traduce en una religión complejamente conformada, sincrética y capaz de ofrecer esperanzas a las masas. Su extensión en los territorios del Imperio Romano inicia una nueva época religiosa para el mundo mediterráneo, cuyos resultados y perduración conocemos y podemos visitar en Roma, desde sus primeros momentos (por ejemplo, en las catacumbas) a su desarrollo durante el medievo y hasta la actualidad. Definitivamente, la ciudad de Roma no puede entenderse jamás, ni en el pasado ni en su presente, pasando por alto la historia del cristianismo.  




Inscripciones reutilizadas decorando las paredes del pórtico exterior de
Santa Maria in Trastevere.

Museos de Roma

En Roma pueden visitarse museos históricos, arqueológicos y de arte muy completos y con piezas realmente excepcionales. Muchas de ellas además provienen de sitios que hemos visitado o están directamente relacionados con los cultos a ellos asociados. Éstas son razones de más para proponer la visita a alguno de ellos combinada con la de los lugares fijados en la propia ruta.
Estos museos pertenecen al conjunto denominado “Musei in Comune”[1], dependiente del Ayuntamiento de Roma, o bien son competencia de la Soprintendenza Speciale per i beni  archeologici di Roma.




Dentro del programa “Musei in Comune” resultan de interés para nuestra ruta, en primer lugar, los Museos Capitolinos. El germen de este complejo museístico remonta a mediados del siglo XII. Hoy se sitúan en la Piazza del Campidoglio, en el centro de la ciudad, y se distribuyen en dos edificios enfrentados: El Palacio de los Conservadores y el Palacio Nuevo. Ambos se conectan a través de una galería subterránea. En él encontramos piezas características que se relacionan con nuestro tema como la “Loba Capitolina” o el retrato del emperador Cómodo como Hércules. Otras muchas piezas de estatuaria encontrarán relación con el discurso que hemos ido planteando, como las representaciones de deidades grecorromanas como Hermes o Poseidón, imágenes de ninfas, una espectacular imagen de Atenea en el área del Tabularium, etc. Contienen la escultura helenística del Gálata moribundo. En la  Piazza del Campidoglio, a ambos lados de la escalera que conduce al Palazzo Senatorio, vemos la escultura masculina que representa una alegoría del río Tíber, sujetando una cornucopia destacando su carácter fértil y garante de vida.  Además pertenecen a este sistema, entre otros más, el Museo del Ara Pacis, que ya conocemos, el Museo de la Civiltà Romana  en el distrito del EUR y el Museo Centrale Montemartini.




El Museo Centrale Montemartini es un moderno museo algo alejado del centro, al que se puede acceder fácilmente en metro. En él se conservan piezas escultóricas fantásticas. Pero no es sólo su contenido el que merece una mención especial. Se trata de un ejemplo muy original de puesta en valor del patrimonio procedente de la arqueología industrial. El edificio que hoy alberga el museo es la central Montemartini, una central eléctrica, la primera pública de Roma. El edificio industrial se restauró conservando la maquinaria y la distribución de las salas, y hoy se combina la explicación del funcionamiento de la central con las piezas romanas que acoge. Es un ejemplo excepcional por muchos motivos y recomendamos encarecidamente su visita. Depende de los Museos Capitolinos. En el museo se exponen piezas como el famoso retrato de un notable con sus antepasados, conocido como “Togato Barberini”, exponente de la tradición romana y el mos maiorum. Contiene esculturas helenísticas excepcionales como la de una ninfa forzada por un fauno o el “Niobide”, uno de los hijos de Niobe a punto de ser ejecutado por Apolo y Artemisa. Además, merece la pena ver en él los restos del acrolito de Fortuna procedentes del Templo B de Largo Argentina.






Por otro lado, es imprescindible visitar el Museo Nazionale Romano, llevado por la Soprintendenza. Situado frente a la estación Termini, recoge piezas tan singulares como la estatuilla de bronce que hemos elegido como logo de la ruta. Muchas de las esculturas romanas que alberga tienen expresa relación con temas de nuestro trabajo, como un fantástico altar con escenas de los trabajos de Hércules, estatuas que representan la tauroctonía de Mitra, esfinges de inspiración oriental… Tiene un precioso claustro cuya visita es ineludible.  De él dependen también otros edificios museísticos como el Palazzo Altemps o la Crypta Balbi. El Palazzo Altemps, muy cerca de la maravillosa Piazza Navona y su Fuente de los Cuatro Ríos, alberga piezas tan singulares como la Venus Ludovisi, representada en su nacimiento o un espectacular Marte en su carro de guerra. Contiene bellos retratos como el de Adriano y Antinoo. La pieza estrella del Palazzo es el Gálata suicida.






Por último, no podemos olvidarnos de la visita a los Museos Vaticanos. En sus múltiples salas, encontraremos ejemplos materiales que se refieren directamente a nuestro tema. Destacan las salas egipcias y en concreto la que guarda la estatuaria procedente del Serapeo de Villa Adriana. En ellas está la pieza singular de Anubis-Hermes que hemos visto, un ejemplo genial del carácter sincrético de base de las “divinidades alejandrinas”.









[1]  www. museiincomuneroma.it.




Analizando los bienes: el tercer itinerario

El tercer itinerario comprende bienes distintos enmarcados en una temática común, cuya situación también es distinta. Empezamos visitando un obelisco en la concurrida Piazza Della Rotonda, bajando algo más para situarnos ante la Iglesia de Santa María sopra Minerva y así conocer el emplazamiento donde se erigieron un día el Iseo y el Serapeo más importantes de Roma, que hoy no podemos ver. A continuación vamos a conocer la singular Pirámide para despedirnos de los cultos de origen egipcio. Entramos a San Clemente para visitar el mitreo que se encuentra en su subsuelo y por último cruzamos el Tíber para visitar el santuario del Gianicolo.


A la hora de visitar el obelisco de Piazza della Rotonda lo encontramos coronando una fuente monumental en medio de la plaza. A esa altura, y sin ningún tipo de información, es difícil para el visitante percatarse de que frente al Panteón hay un obelisco de hace más de tres mil años, de enormes dimensiones y de una sola pieza. La importancia de bienes monumentales así no se valora cuando pasan a formar parte de la decoración urbanística. Toda su singularidad se pierde, y se pierde porque no se informa a quien se acerca a ellos acerca de su procedencia, antigüedad y razones de su situación ahí. Por lo tanto, un panel junto a la fuente, donde nos sentamos a descansar sobre los escalones y hacemos la fotografía de rigor con el Panteón de fondo, podría paliar esta carencia. Si además se hace referencia al resto de obeliscos egipcios que se encuentran por la ciudad y su ubicación, el visitante puede tenerlos en cuenta. Así valorará el que tiene ante sí en su justa medida, como un obelisco real concebido por y en el Egipto faraónico, traído a Roma mucho después en unas circunstancias y con unas motivaciones determinadas. Además, así no se toma como un unicum, pues no lo es, y se facilita el conocimiento de los demás obeliscos en Roma. No es conveniente que todo esto se pase por alto.





En la Piazza Della Minerva nos detenemos ante la iglesia, y no hay nada que nos haga pensar en que bajo el suelo que pisamos, en toda el área, se encuentran los restos de tres importantes templos romanos que en su día ocuparon una posición preeminente en el Campo de Marte. Se ignora por completo, por lo que un simple panel junto a la portada de la Iglesia o en algún punto de la propia plaza debería indicar su existencia. Con una reconstrucción de su aspecto originario y algunos datos más, el visitante se haría a la idea de dónde se encuentra, y se haría justicia con este pasado olvidado e ignorado, tan importante en el desarrollo religioso de la antigua sociedad romana como otros a los que sí se les presta atención. De paso, debería citarse que hubo muchos más Iseos en la antigua capital del Imperio Romano, para que se pueda transmitir la idea de la amplia difusión del  culto a Isis en Roma y por todo el Mediterráneo desde época helenística. El visitante dejaría de tomar a Isis como una diosa únicamente egipcia, cuyo culto nacería y se apagaría en Egipto: el culto a Isis se difundió y la personalidad de la diosa, su iconografía y sus ritos también, llegando a todos los confines del Imperio en el ámbito circunmediterráneo.





 La Pirámide de Cayo Cestio se conserva bastante bien, y una vez más estamos ante un elemento arqueológico e histórico, una tumba, convertida irremediablemente en símbolo y referente dentro de la urbe. Sus dimensiones y su forma singular la delatan, pero nada parece informarnos acerca de su caracterización real, sus orígenes y el por qué de su construcción en Roma. Nuevamente debe recaer en un panel frente a ella la responsabilidad de ofrecer al visitante esta información, resaltando que no es la única tumba piramidal construida por un romano aunque sí la única que puede verse hoy. Ocurre quizá con ella, como con muchos otros monumentos, funerarios o no, y precisamente relacionados la mayoría con el antiguo Egipto, que se valoran como construcciones singulares, sí. Pero no se hace en su justa medida, entendiendo su singularidad como un hecho que puede y debe estudiarse como se hace con otros muchos y valorándolo así, sino que se les coloca un aura de excepcionalidad que los hace, por alguna razón, aparentemente diferentes y los aísla de un contexto, siempre necesario. Esta Pirámide, si es excepcional, lo es en la medida que las circunstancias que motivaron su construcción nos empujen a pensarlo. Lo demás queda en el campo de la especulación y la necesidad humana de convertir una obra humana del pasado en una maravilla y un modelo. Con esta reflexión y la seguridad de que la realidad arqueológica puede ser tan emocionante o más que la ficción histórica, cerramos la valoración de los bienes asociados a los cultos egipcios.

Al Mitreo de San Clemente se puede acceder desde el interior de la Basílica, pagando la entrada y visitando la construcción paleocristiana. Se conserva muy bien y la visita merece la pena. Desde ella, unas escaleras nos conducen a un nivel inferior y desde un estrecho corredor podemos asomarnos y ver los restos del mitreo. No se ve demasiado bien, y desde luego no como en las fotografías. Hay  un pequeño cartel que lo identifica, pero con muy escasa información. Podría complementarse con más datos, puesto que el término “mitreo” no habla por sí mismo y no es suficiente. La explicación de los modelos de recintos de culto a Mitra y algo de su simbología ayudaría a comprenderlo mejor.







El santuario del Gianicolo, por último, debería dotarse también de un panel explicativo que mostrase lo básico del recinto y de los cultos asociados, así como la importancia del emplazamiento en relación a un lugar natural sagrado, un santuario primitivo cuyas aguas y vegetación se asociaban a la ninfa Furrina.

Analizando los bienes: el segundo itinerario


En el segundo itinerario hemos visitado templos no muy bien conservados y tampoco puestos en valor correctamente, como mayor ejemplo un mausoleo que no puede visitarse y a penas se aprecia entre la maleza en medio de la ciudad. Justo enfrente de él y fuera de su emplazamiento original, el gran moderno Museo del Ara Pacis, cuya estructura imponente contrasta irremediablemente con el mausoleo. Terminamos en el Panteón, entre innumerables turistas, uno de los símbolos más conocidos de Roma.



Los templos del Foro romano son, para cualquier turista en la città eterna, una visita imprescindible. Sin embargo, la mayoría de los mortales hacemos la visita y salimos, desgraciadamente, casi igual de confundidos que entramos. ¿Por qué esto es así, en un foco tan importante como el Foro?  En un lugar como éste, no debería ocurrir. Los templos del Foro no se valoran como debería de ser. Si fuera así, seríamos conscientes de que el famoso Templo de las vírgenes vestales (extrapolable a los demás pues su situación es similar) no está bien conservado, de él queda muy poco, y por ello urge un buen tratamiento y una explicación de su importancia, que en las circunstancias actuales se diluye por completo. Por eso, es necesario instalar paneles explicativos individuales en el Foro Romano, que permitan al visitante pasear por él y comprender cada edificación, qué es cada cosa y por qué es importante conocerlo y conservarlo. Fue el lugar central de la vida de la ciudad, en él se sitúan sus fundamentos, las estructuras económicas y los símbolos políticos, pero quizá lo más importante sea que en esta zona se ubicaban las bases ideológicas y simbólicas de Roma, sus mitos de fundación y expansión hechos templos y áreas sagradas. No puede pasársele por alto al visitante todo esto en medio de una amalgama de materiales arqueológicos dispersos, no sería justo. Los paneles son el requisito mínimo, y esto permitirá una independencia total de los visitantes, que no tienen por qué querer o poder alquilar una audioguía o contratar una visita guiada.  Además, el Foro romano en los meses estivales recibe muchísimas visitas y el calor es considerable. Por ello sería conveniente instalar algunas fuentes más de agua potable.






El Museo del Ara Pacis es la excepción dentro de los veinte bienes en cuanto a puesta en valor. Por desgracia, es el único que aprueba esta evaluación que hemos emprendido. La situación en la que se encuentra el Ara Pacis es correcta dentro de este edificio. Es cierto que no está donde Augusto lo quiso erigir, pero eso se señala claramente en uno de los paneles del Museo. Consideramos que además es un aliciente turístico al combinar un monumento como el Ara Pacis con la arquitectura moderna y diáfana del Museo. Incluye una tienda de recuerdos en la que se exponen libros de arquitectura, combinando muy bien ambos mundos.






El contraste de esta edificación con el abandonado Mausoleo de Augusto, que aún se conserva imponente enfrente a pocos metros, es enorme. Sin embargo, no consideramos que sea problema del museo, sino de la enorme falta de valorización que sufre el Mausoleo. Su aspecto es el de una gigantesca mole de piedra que ha sufrido el paso del tiempo, las reutilizaciones y los saqueos, y hoy se levanta abandonado entre alta maleza y andamios en desuso. Sería absolutamente conveniente que se arreglara su situación terminando las obras, quitando los hierros y andamios de su fachada y acondicionando el jardín que lo rodea. Por dentro, sería maravilloso que se limpiara y se abriera a visitas ordenadas, tanto libres como guiadas. Por supuesto, junto a su entrada debería erigirse un panel completo que incluyera su función y las características de su construcción dentro de la política dinástica augustea. Sería ajustado que incluyera una reconstrucción de su aspecto original, con sendos obeliscos a ambos lados de la puerta de entrada, etc. Esta sería quizá una de las obras más costosas económicamente de las que aquí se proponen y la que necesitaría más recursos, pero una obra tal bien las merece. Quedarían compensados los esfuerzos si consiguen devolver la vida, o al menos un aspecto digno, a este gigante. Una ciudad como Roma, con su pasado y su presente, no debería poder permitirse abandonos patrimoniales así.


El último de los bienes que hemos visitado en este itinerario es el Panteón, una fantástica construcción de grandes dimensiones y una inmensa cúpula. Es muy conocido y accesible y recibe muchas visitas al día, máxime cuando se trata de una visita gratuita y en el mismo centro de Roma, cerca de la preciosa y pintoresca Piazza Navona. El Panteón peca de nuevo de falta de información in situ. Sería conveniente que a la entrada del mismo hubiese un panel explicativo que incluyese las motivaciones de su construcción enmarcadas cronológicamente así como destacar su forma original, hoy no visible. El Panteón se concibió con un enorme pórtico rectangular avanzado respecto a su entrada, que formaba parte de su diseño. Ya que en la actualidad su aspecto no es el mismo que tenía en la antigüedad, por qué no informar sobre ello a los visitantes.

sábado, 5 de febrero de 2011

Analizando los bienes: el primer itinerario

Ahora es el momento de pararnos a reflexionar sobre la situación precisa de cada uno de los espacios que hemos visitado. Esto nos servirá como análisis crítico de su situación, para proponer soluciones que palíen las carencias que presentan en su puesta en valor.



En el primer itinerario, hemos podido ver en algunos casos templos bien conservados, y en otros restos arqueológicos que muestran la planta y parte del alzado de las estructuras. En cualquier caso, sólo hemos podido visitarlos desde una considerable distancia a los restos, detrás de una barandilla, y en el mejor de los casos a escasa distancia del edificio, pero sólo desde el exterior. 

El primero de los bienes, el Ara Máxima de Hércules, no se encuentra bien conservado, pues sobre él se ha edificado y no quedan más que unos dudosos restos a la vista del visitante. Además, en ninguna parte encontramos indicación de que, bajo los cimientos de Santa María in Cosmedin, se encuentre tal altar, que alcanzó más de 30 metros de longitud en su basamento y tuvo un papel tan importante en la Roma arcaica y momentos posteriores. Teniendo en cuenta su relevancia y su nula puesta en valor, proponemos la  inserción de un panel explicativo en el vestíbulo de la Iglesia, en la que se encuentra la famosa Bocca della Verità, frente a la que se forman largas colas. En ese pórtico hay espacio suficiente para la colocación del panel, y allí podría ser visto fácilmente por los visitantes, que sabrían de su existencia antes de entrar al interior, y así podrían apreciar las complejas características morfológicas de la Iglesia derivadas en parte del hecho de que esté construida sobre este altar. Dentro de ella puede verse uno de los bloques de tufo del Aniano que formaban el ara, que ahora forma parte de uno de sus muros. Junto a él podría indicarse también, con una pequeña explicación, este hecho.
En el vestíbulo aludido existen otros paneles referentes a la Boca, por lo que no debería suponer ningún problema estético ni de ubicación incluir el nuevo panel del Ara Máxima. También podría incluirse dentro del edificio, pero quizá eso generara más reticencias a sus propietarios.







El segundo bien, el Templo de Hércules, se encuentra bien conservado, gracias a diversas restauraciones desde época antigua hasta momentos más recientes. El visitante, desde la Piazza Della Bocca Della Verità, puede acercarse hasta él y rodearlo, viendo de cerca sus columnas corintias y su fachada circular. Habitualmente se encuentra cerrado, pero se abre en momentos muy puntuales. El servicio 060608 del Ayuntamiento de Roma ofrece esta información. El Templo de Portunus, junto a éste, también es visible desde la plaza, aunque no se abre al público. En la actualidad continúan sus restauraciones. Nos parece importante que se organicen visitas guiadas al interior de los templos, una vez se hayan terminado las intervenciones en el de Portunus. Pero lo más importante es que ambos templos de la Piazza Della Bocca Della Verità salgan del anonimato: proponemos la inserción imprescindible de sendos paneles junto a cada uno de ellos, con la indicación de toda la información pertinente.  Sería interesante incidir en la relación entre ambos templos, el Ara Máxima y los de Fortuna y Mater Matuta, su relación con el emplazamiento que ocupan y con el propio Tíber. El visitante debe conocer la existencia de estos distintos cultos y su relación con el antiguo emporio comercial y las gentes que llegaron a él, que lo recorrieron y transformaron. Si esto sirve para no perder la perspectiva y recordar siempre que tras un culto u otro siempre hay unos fieles y seguidores, unos lugares donde hacer los ritos, cada diferente ritual y unos organizadores y moderadores del culto, junto con las necesidades que lo motivan y las respuestas que ofrece, entonces es conveniente que se lleve a cabo esta pequeña intervención.

El Área Sacra de San Omobono alberga los restos arqueológicos de los dos templos de Fortuna y Mater Matuta, que sólo visibles desde las calles Vico Jugario y Luigi Petroselli, en un ángulo recto con un vallado a media altura.  No existe ninguna indicación, por lo que debería instalarse también en ellos un panel que lo hiciera constar.


Los cuatro templos republicanos del Área Sacra de Largo Argentina son visibles desde las cuatro calles que los rodean, quedando éstos en un nivel de paso muy inferior, casi a modo de foso. Desde el vallado pueden verse sus estructuras con bastante claridad, a pesar de la distancia.  No están indicados adecuadamente, por lo que creemos conveniente instalar un panel que contemple cada uno de ellos, como un todo integrado. Debería incidirse en la reconstrucción de la zona y sus edificios circundantes en época romana, pues no eran en absoluto edificios aislados. Estaban integrados en pórticos y accesos, eran un centro importantísimo de la actividad de la urbe, y ello debe ser reflejado en el panel. No sería necesario hacer cuatro paneles separados, pues si se organiza bien, en uno puede concentrarse lo más importante. Es más sencillo para el visitante, y al fin y al cabo, lo que buscamos es que el Área Sacra de Largo Argentina se conozca por algo más que por los innumerables gatos que habitan las ruinas de estos templos, en medio de la ciudad.