domingo, 26 de diciembre de 2010

El Foro Boario: Ara Maxima, Templo de Hércules y Templo de Portunus.

La ruta parte de un espacio singular en la ciudad de Roma, que desde varios siglos antes de nuestra era reunía diversos elementos que entonces configuraron su disposición, se mantuvieron y desarrollaron durante gran parte de la Antigüedad y de los que aún hoy queda huella sobre el terreno.
El espacio inmediato a la orilla este del Tíber, a la altura meridional de la isla Tiberina, se fue convirtiendo por sus características naturales en un foco de actividades de intercambio comercial, reuniendo a poblaciones provenientes de distintos lugares del Mediterráneo, desde momentos muy antiguos. Fruto de esa convergencia de usos sociales y religiosos se fueron desarrollando una serie de cultos que amparaban ese comercio, comenzando a explicarse míticamente los orígenes de este foco económico de Roma. La llanura comprendida entre el río Tíber y las colinas más próximas a él (el Campidoglio, el Palatino y el Aventino), es en la antigüedad una importante zona económica de Roma, el conocido como Foro Boario o “Foro de los Bueyes”. El Foro Boario unía las dos principales vías naturales de comunicación e intercambios en los orígenes de Roma: el río Tíber, por un lado, y la ruta norte-sur que unía las regiones de Etruria y Campania. Este era un lugar de paso natural del ganado, de ahí su denominación[1]. Esta será nuestra primera parada, visitando los tres primeros bienes de la ruta.
El Foro Boario es un foco de actividades empóricas desde los primeros momentos de la formación de Roma como ciudad-estado, alrededor de mediados del siglo VII a. C. En él confluyen también vías naturales del interior, procedentes del territorio de los sabinos, como la Vía Salaria. Allí acuden comerciantes de diferentes lugares del Mediterráneo a intercambiar productos y lo hacen al amparo, sobre todo, de una divinidad: Heracles. El héroe griego, Hércules en la tradición romana, fue elevado a la categoría divina como dios de carácter mediterráneo, cuyas características lo hacen capaz de ser adoptado por diferentes pueblos procedentes de distintas áreas culturales para este comercio administrativo. Teniendo en cuenta esto, podemos dirigirnos a nuestra primera visita en la ruta: el lugar donde se levantó, hace más de dos mil años, el Ara Maxima.
 



El Ara Máxima (Nº 1) se levantó como un importantísimo elemento religioso que amparara los intercambios comerciales, permitiendo el desarrollo económico de la población. Se trata de un altar levantado en un primer momento y según la tradición por los habitantes de este primer núcleo a Heracles divinizado, en esta zona consagrada a su culto. El altar se relaciona así con los intercambios y el comercio[1]. El área fértil donde se ubica, la depresión del Velabro, se desecará y adecuará más adelante para la construcción allí del núcleo político de la ciudad-estado, con la construcción de la Cloaca Máxima, cuya canalización discurre entre los templos de Hércules y Portuno. El mito fundacional de Roma por Rómulo cuenta ya que éste incluye en el 753 a. C en el recinto sagrado (pomerium) de la ciudad el Ara Maxima, referente de una tradición religiosa mediterránea asociada al héroe, atestiguada en la zona desde momentos muy antiguos, alrededor del siglo VI a. C. La forma definitiva del altar se data en el siglo II a. C. Las dimensiones de su podio eran 31,50 x 21,70 m, con un altura de 3,28 m, elevado a 4,17 m tras la intervención augustea[2]. Restos de esta antigua construcción son perceptibles en el interior de la iglesia.
En la zona inmediata al edificio observamos todavía huellas de esta antigua tradición religiosa y de la presencia pasada del altar que la representa, a través de los nombres de las propias calles circundantes. La que cruza la parte posterior de la iglesia recibe la explícita denominación de Via dell´Ara Massima di Ercole. A su vez Roma conserva también muy cerca la Via del Velabro, aunque hoy no quede nada de este curso de agua.




Frente a la Iglesia de Santa María in Cosmedin se encuentra el Templo de Hércules (Nº 2), nuestra segunda parada en la ruta. Este edificio circular se construyó en honor de Hércules Victor, “Vincitore” en italiano, en esta zona que como hemos visto estaba consagrada al héroe, protector de los comerciantes que operaban en el Foro Boario. En el siglo XII se transformó en la Iglesia de Santo Stefano delle Carrozze. Conocido popularmente de manera incorrecta como el Templo de Vesta, es el edificio enteramente construido en mármol que se encuentra en Roma.








Este paso natural del río para personas y ganado, donde confluyen diversos caminos tradicionales de las regiones laciales circundantes, se dota de un  primer puente para cruzar de una orilla a otra, el puente Sublicio, en el Portus Tiberinus. Éste es el puerto fluvial bajo la tutela divina del dios Portunus. La presencia de poblaciones de diversa procedencia supone un importante contacto cultural, que está en estrecha relación con el desarrollo y arraigo de cultos griegos y de origen oriental vinculados al comercio (Portunus, Mater Matuta, Hércules Salarius…), dándose procesos de sincretismo religioso, como el ejemplo de la asimilación del Melqart fenicio al héroe griego Heracles.
El tercer punto de nuestra visita es precisamente el Templo de Portunus (Nº 3), pocos metros al norte del Templo de Hércules. Está dedicado a esta divinidad, protector de los accesos y pasos originalmente, más tarde de áreas fluviales. Es conocido erróneamente como el Templo della Fortuna Virile y en el siglo IX d. C fue convertido en la iglesia cristiana de Santa Maria Egiziaca. En veneración a Portunus se celebraban en Roma las Portunalia.




[1] BRADLEY, G; “Aspects of the cult of Hercules in central Italy”, en RAWLINGS, L; BOWDEN, H (eds.); Herakles and Hercules. Exploring a graeco-roman divinity, Ed. The Classical Press of Wales, Swansea, 2005.

[2] COARELLI, F; Il Foro Boario. Dalle origini alla fine Della Repubblica. Ed. Quasar, Roma, 1988.



[1] Esta presencia ganadera se plasma en el mito del décimo trabajo de Heracles, robar los bueyes a Gerión en la Península Ibérica. Tras cumplir esta tarea, Heracles llegó al Lacio donde se enfrentó al gigante Caco, al que dio muerte. Por librar de su presencia a los habitantes del Palatino, su rey Evandro erigió un altar al héroe, divinizándolo. Este es el origen del culto a Heracles en el Foro Boario.

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